
Uno de los conceptos mencionados en clase fue la “lectura puzle”, que decidimos poner en práctica para trabajar el artículo y entre varias compañeras leímos el primer capítulo: “El historiador y los hechos”.
En él el autor nos habla sobre la importante relación entre el historiador y los hechos y la importancia que ello tiene para poder responder a una gran pregunta: ¿Qué es la historia?
También menciona que el conocimiento de la historia no se puede dar como algo rígido y cerrado, sino que cada historiador puede y debe ampliarlo, reconstruirlo.
Por otro lado, nos explica que además de la idea de que la historia debe ser algo abierto a la ampliación de información, no hay una verdad histórica objetiva, pues ¿qué criterio separa los hechos históricos de aquellos hechos del pasado que no lo son?
Una expresión que nos llamó la atención fue que “Los hechos hablan por sí solos”. El autor hacía referencia a ella para “criticar” que realmente no hablan por sí solos sino que un hecho no se hace relevante o importante si no hay un historiador que decida apelar a él. Por lo tanto, nos encontraríamos ante un sistema de selección de datos por parte de los historiadores y sus criterios. Si por el contrario quisiéramos dar voz a todos aquellos acontecimientos surgidos a lo largo de la historia única y exclusivamente en forma de recopilación objetiva, los historiadores pasarían a ser coleccionistas de datos, algo que resultaría interminable.
Los hechos históricos deben ser analizados e interpretados. En este sentido, pudimos reflexionar sobre lo que estaba intentando expresar este autor. Es cierto que hay unos hechos básicos que son para todos los mismos, sin embargo no podemos evitar que mucha de la información que se nos enseña refleja la posición del historiador (tiempo, sociedad…) o en función de la fuente de esa información, podemos observar que la idea que se nos muestra puede cambiar. Por ejemplo: no es lo mismo la respuesta que obtendremos al preguntar a una persona de clase alta cómo vivió durante la Edad Media que a un jornalero o a un siervo.
En definitiva, existe una dicotomía entre: la historia como conjunto objetivo de hechos, y como una interpretación subjetiva del historiador. Por tanto, la Historia es un proceso continuo de interacción entre el historiador y sus hechos, un diálogo sin fin entre el presente y el pasado.

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